¡SORPRESA!

Tengo dos noticias.

Nueva iniciativa.


Buenos días a todos. Quiero decir, que ya llebava un tiempo pensando, en qué podía hacer para darle movimiento al blog, un poco de alegría, ahora que llega el frío. La Navidad que me encanta. Y he pensado que una iniciativa estaría bien, pero ¿Qué clase de iniciativa? ... Bien allá va.

¿Qué os parece un Calendario de Adviento? ... Para el que no lo sepa, el Caldendario de Adviento, es, como su nombre indica, un calendario que tiene los días del "1 al 25" de Diciembre, como una cuenta atrás para la Navidad. Y cada día de ese Calendario trae una sorpresa, normalmente en los supermercados se venden de chocolate, y cada día abres una pestañita y te encuentras con una deliciosa figurita.

Quizá, no entendéis como puede encajar esta idea con mi blog, o con los vuestros. Pues bien, desde mañana, día uno, hasta el día 25, voy a publicar entradas de diverso contenido. Puede ser un relato, una reflexión, una canción, una reseña sobre una película. Y vosotros, si os gusta la idea debéis hacer en vuestro blog una entrada igual o parecida.

Ejemplo, Si publico en mi blog un relato navideño, vosotros deberéis escribir en vuestro blog, otro relato parecido.

También os dejo la libertad de hacer las entradas que queráis, es decir que hagáis vuestros propios Calendarios de Adviento, con tutoriales, videos vuestros, o cualquier cosa que se os ocurra.

El día veinticinco, habrá en mi blog una sorpresa especial para el Blog, cuyo Calendario más me haya gustado. Así que espero que participéis mucho, y si no, pues al menos que disfrutéis de la iniciativa.

Estas son las normas:

1. Seguir el Blog.
2. Colocar el Banner de la Iniciativa en vuestro blog.

PD: No hay fecha límite, podéis participar en cualquier momento.

LA HISTORIA DE LOLITA

Como dato especial quiero decir que estoy escribiendo una historia en mi antiguo blog, sobre lo difícil que es querer a alguien a quien no conoces y lo duro que es echar de menos. Son una especie de cartas, que al principio quería publicar en éste, pero no encontraba la forma de encajarlas en la dinámica de "Chez Lolita", así que os lo agradecería si queréis pasar y echarle un vistazo.


Delirium Trémens VII

Epílogo
Carol caminaba junto a Cam, a la tierna edad de tres años, todo parece nuevo, todo es interesante... Aquella señora gorda con el pelo de un color estrambótico, la tienda de golosinas, los coches de tantos colores y tamaños. Los inocentes ojos del niño repasan cuanto ven tratando de captar cada segundo. Y algo lo hechiza, como si fuese magia. El semáforo. Alto. Completamente nuevo para él... Y entonces ¡Cambia de color! ... Mientras él trata de alcanzar la parte más alta de la viga que tiene el poder de detener a los coches, su madre se distrae con las preciosas joyas de Tiffany's... Ese collar... El brazalete... ¡Los pendientes a juego! ... Si ya lo decían, los diamantes son los mejores amigos de la mujer, aunque esta vez, la vanidad le costaría un precio demasiado caro.
Cuando la mujer, todavía embelesada por el brillo del escaparate se gira en busca del fruto de su amor, no lo encuentra. Un escalofrío le recorre todo el cuerpo y empieza a ver borroso. Tiembla. Y mira frenéticamente de un lado a otro, tratando de encontrar a ese pequeño muñeco rubio que hace unos minutos llevaba de la mano. Un grito ahogado sale de su garganta y cae al suelo, pero no tiene tiempo de hacerse un ovillo. Se levanta y a trompicones corre por la calzada, se acerca al semáforo que cautivó a su hijo y se agarra como puede a él para no caer al suelo. Unos cuantos curiosos la miran. Se debaten entra acercarse o no, el miedo a que sea una loca, el altruismo por ayudar a quien parece desvalido y un poco de curiosidad, hace que algunos se decidan.
- ¿Señora? ¿Se encuentra bien? - Pregunta un hombre mayor, vestido de traje y con un sombrero.
- ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¿Dónde está mi hijo? - Sus ojos ven, pero no miran. Su boca profiere sonidos, pero no piensa lo que dice. Todo es instintivo. Ya no está en la calle, está centrada en su hijo desaparecido. Recordando como era, por miedo a olvidarlo, si no vuelve a aparecer. Este último pensamiento, "No volverá", la hace derrumbarse. Carol comienza a llorar y cree que no podrá parar nunca. No desea parar nunca. Lo único que pretende es ahogarse en su propio llanto. Su hijo ha desaparecido mientras ella miraba joyas... ¡JOYAS!
***
Horas después Cam fue encontrado en el piso de Mathew Kaas, un conocido secuestrador que llevaba siendo investigado hacía tiempo por la policía. Gracias a la rápida intervención de Philip Drew, el niño volvió a casa con sus padres sin un solo rasguño. Y Kaas acabó pudriéndose en una celda por su sin fin de fechorías.
Lo cierto es que Cam nunca llegó a ser un niño desaparecido. Toda esta historia fue fruto de la imaginación de George... Aquella misma noche, los tres salieron a celebrar que no había pasado nada. Que estaban bien. Que eran felices. Una familia ejemplar. 
Pero el destino guarda sorpresas, y a veces no son todas buenas. Un coche salió del arcén e impactó de lleno con el Audi de George. Su mujer y su hijo ingresaron cadáveres en el hospital. Él, abatido y derrotado por la situación trató de suicidarse hasta en tres ocasiones distintas, pero los caprichos de la vida no lo dejaron abandonar este mundo. Cansado de todo y de todos, incapaz de seguir lidiando con una realidad que le apretaba los pulmones y lo dejaba sina ire, se refugió en la bebida. Dispuesto a ahogarse en alcohol si era necesario.
Cayó en un coma etílico, del que no despertaría. Y en el que se vería obligado a ver como su hijo desaparecía una y otra vez. Un coma etílico en el que soñaría con extraños seres. En el que soñaría su muerte.
En realidad George llevaba muerto mucho tiempo, la diferencia es que antes respiraba.
Y por fin, un día su corazón dejó de latir. Por fin encontraría a su hijo.


Unfaithful



Cierra la puerta y piensa, "si los ojos son el espejo del alma, la mía debe estar llorando". Se enjuga las lágrimas y comienza a bajar las escaleras. El ruido de sus tacones es lo único que se oye. La puerta se abre. Unos pasos la siguen. "Mierda" piensa. 

- ¿Pensabas irte sin despedirte? - La mira sonriente. Algo adormilado. No espera respuesta- Es casi medianoche, ¿Cuándo me he dormido? ¿No te quedabas a dormir?
- No me encuentro muy bien, prefiero volver a casa- Miente. Ya es toda una experta.
-Entiendo- Dice no muy convencido- Al menos me darás un beso, ¿No? - Sonríe. 

Ella se limita a subir unos escalones hasta ponerse a su altura y lo besa. Con dulzura, con cariño. Se muerde el labio para no dejar escapar las verdades que se le acumulan.

***

Se deja besar. Se deja quitar la ropa. Se deja acariciar por otras manos. Por otro hombre. Deja que entierre la cara en su pelo enmarañado. Deja escapar una lágrima y se la enjuga antes de que la delate. Esta vez no es como las otras, no lo disfruta. Se deja hacer y deshacer. Hoy no es ella. Ésta vez, no encuentra excusas, no hay perdón, porque por mucho que evite pensarlo, por mucho que quiera excusarse. Le está siendo infiel

Y él, lo sabe. O al menos debería saberlo. Ella no se ha esforzado mucho en ocultarlo. ¿Por qué? Porque en realidad quiere que la atrapen, quiere que la pillen. En su interior desea, que los dos descubran que no es tan buena como aparenta, que no es la chica que ambos creen. Es una mentirosa. Y si alguno descubre un mordisco donde no debería, un arañazo, todo se acabó. 
No perderá una batalla, perderá dos guerras. Y es que tener dos frentes abiertos, no suele salir bien. 


Donde dije digo...

Algunas veces necesitamos un pequeño empujón para tomar una decisión, otras nos viene mejor una buena paliza, tiende a ser más eficaz.

Gracias por joderme, supongo.

Y es que ya no queda nada que rescatar. Porque cuando saltamos por la borda, a mí me comieron los tiburones de las verdades que no me contaste, y tú te hundiste a pesar del salvavidas por el peso de tus mentiras. No voy a llorarte. Porque no te lo mereces. Porque has sido calculador y frío, porque tus palabras nunca fueron sinceras. Y aunque nunca te creí del todo, me esforcé en pensar que había algo más dentro de tí. Que no podías ser tan falso, tan irreal. 

Pero eras. Eras todo fachada. Todo mentiras. Como abrir un regalo y encontrar la caja vacía. Eras una mera ilusión que yo me había esforzado en creer. Y aunque hoy escuecen las heridas. Mañana estará cicatrizado, y si quieres volver, tendrás al puerta cerrada. Porque las personas que me hacen daño, las personas que me utilizan, las que me fallan, las personas que se marchan sin despedirse y las que no confían en mí, tienen vetada la entrada a mi corazón.

Porque has sido un espectáculo, con efectos especiales nulos. Porque has sido mucho ruido y pocas nueces. Porque en realidad, no has sido nada.


Delirium Trémens VII

Capítulo VII. Antes Muerto.

Despierta mareado. Tiene la cara sobre la hierba húmeda. Se estremece ligeramente. Poco a poco consigue incorporarse, aunque no logra recordar como ha llegado hasta allí. Mira a su alrededor. ¿Dónde estoy? Se pregunta. Pero no es capaz de responderse.
A su alrededor crecen tumbas. Muchas lápidas lo cubren todo, como tétricas flores que nadie se ha parado a regar. Un hombre, manchado de tierra y ataviado con una pala camina desganado hacia el horizonte de cadáveres.
- ¡Señor! ¡Eh, señor! - Grita George, pero aquel personaje no parece interesarse. Emprende una carrera hasta él, pero cuando llega a su altura y alza la mano para tocarlo pero lo atraviesa - ¿Qué demonios? - Vuelve a intentarlo pero la situación se repite.
- No te esfuerces, George - Susurra una dulce voz a su espalda.
- ¿Cara?
- Mira - Dice señalando a un grupo de personas a lo lejos.
- ¿Quiénes son?
- Vamos a acercarnos - Continúa hablando sin prestar atención a George.
A medida que se aproximan, las caras se hacen reconocibles, conocidas. Amigos, familiares, compañeros de trabajo. Su mujer. El corazón se le detiene durante un segundo, y echa a correr de nuevo. ¿Será cierto? ¿Es acaso el funeral de su hijo?. Corre hacia donde todos, ataviados de negro y con semblantes serios, escuchan una misa.
A medida que se aproxima y logra espantar las lágrimas de su rostro comprueba que no lloran a su hijo, el ataúd es demasiado grande. No, no puede ser. Se observa. Parece tranquilo. Como si estuviese dormido. Pero no. Se ve así mismo trajeado, tendido sobre un ataúd donde todos lloran. Con lágrimas más o menos sinceras. Se acercan y se despiden por última vez.
Él grita, ¡ESTOY AQUÍ! ¿NO ME VÉIS? ¡NO ESTOY MUERTO! ¡NO ESTOY MUERTO!
Cara le pone una mano en el hombro.
- Sí que lo estás, George, estás muerto... - Hace una pausa - Y yo también lo estoy.
La mira incrédulo, incapaz de sentir nada. Impotente ante la situación, y cuando está a punto de echarse a llorar, de rendirse ante lo que parece ser una locura, una demencia, lo oye.
- Mami... Papá, ¿No va a despertar? ¿Es que ya no nos quiere?
Se gira, aturdido y lo ve. Su pequeño Cam se aferra a las faldas de su madre, incapaz de comprender porqué toda esa gente le dice adiós a su padre que duerme.
- CAM, CAM HIJO MÍO, CAM.
- Deja de gritar, George, no te oye.
- ¿Por qué? ¿Por qué me está pasando esto? - Pero antes de esperar una respuesta por parte de Cara, corre hasta su hijo y se arrodilla ante él. 
Trata de tocarlo, pero no puede. Trata de hablarle pero no le oye. Su hijo está ahí, y nada tiene sentido. De nuevo oye a Cara aproximarse.
- George, basta. 
- Cam - Sigue hablando - Te he estado buscando, he dejado la bebida por ti. Estoy aquí, hijo mío, escúchame, mírame.
- George, nada es real. Tu hijo murió en el accidente de coche que tu provocaste por ir borracho, y tu mujer tampoco sobrevivió.
- ¿Qué estás diciendo? - La agarra por los hombres y la sacude, fuera de sí - ¡Estás loca! ¡Loca me oyes!
- Esto es un sueño, estás en coma. Te diste a la bebida... Bueno, más aún. Entraste en un coma etílico y has soñado todo esto. Yo no existo y nada es real. Este funeral es el recuerdo que albergas de aquel accidente y en ese ataúd estaban tu mujer y tu hijo. Tus víctimas. 



PD: El Domingo que viene... Epílogo. El Final está cerca.

Apostar nunca fue tan peligroso

Al principio era un juego. Mi juego. Era divertido pero se me fue de las manos. Debí haber sabido que las sonrisas y las miradas no me llevaban a ninguna parte. Pero ganaron mis ganas de probar suerte. Nada sabe mejor que ver como sonríe, que hacer que se ría. Y es que prometo disfrutar de cada instante, de cada minuto como  si fuera último. Que esto es una especie de amor a contra reloj, amor con las horas contadas, amor con fecha de caducidad. Voy a grabar su recuerdo en mi cabeza, voy a atornillarlo, a graparlo, voy a esculpirlo. No voy a dar este juego por acabado. Quiero ganar, puedo ganar. Que todo en esta vida pasa por algo, y si tú has pasado por mi vida seguro que es para quedarte. Eres todo aquello que siempre quise y nunca pude tener... Y sé que estoy perdida, que pocas oportunidades me quedan, pero no me doy por vencida. Porque si decido tratar de olvidarlo va a doler, y si decido no olvidarlo también. Pero ya no me importa, porque quizás la próxima partida sea la mía, por fin. Quizá todo sea un plan que el destino cose y descose a placer. Quiero una segunda oportunidad, la merezco, juro que lo haré mejor.

Que para aprender de los errores, primero hay que equivocarse.


Ensoñaciones de Autobús

Y en el camino de vuelta a casa mientras miraba a través de los ventanales del autobús, ya era de noche. Y me imaginé nadando en aquel mar negro que parecía una boca sin fondo. Podría haberme sumergido para siempre.

Me imaginé contigo. En los rallos de luna que se reflejaban. Una luna más grande de lo habitual. Una luna buena que nunca enseñaba su otra cara. Una luna misteriosa que me susurraba al oído como enamorarte, como hacerte mío para siempre, aunque siempre fuera mucho tiempo.
Es curioso la de gente que entra en un autobús, son todos tan diferentes, perfiles únicos. Yo nunca entendí como se puede quedar uno dormido en un trayecto tan corto como hora y media... ¡INCLUSO EN CUARENTA MINUTOS! ... Es decir, yo no puedo pegar ojo en mi propia cama, como para hacerlo en un vehículo enorme a ciento veinte kilómetros por hora... Además era por la noche y el mundo parece diferente, yo no podía dejar de mirar por la ventana, no podía dejar de captar imágenes, ni por un segundo.

Me imaginé contigo en tantos sitios diferentes, Rincón de la Victoria, Chilches, Benajarafe, Almayate, Torre del Mar, Vélez-Málaga... Hay tantos lugares bonitos para ver desde los autobuses... Hay tantas paradas que podríamos solicitar, tantos sitios en los que besarnos, en los que conocernos... En los que enamorarnos.
Tengo mucho tiempo para las ensoñaciones en lo que dura el camino a casa, como siempre, me bajo en la última parada... ¿Qué me dices, chófer, te apuntas? 

Responde pronto, amor.


Cuéntame tu historia I




Camina por la calle cubierta por un manto de nieve. El clima es frío, como él.  El ajetreo de la ciudad lo pone tenso. Aunque últimamente todo lo hace. Marco es fuerte. Pero está roto. Se cree lo suficientemente valiente como para seguir viviendo, aunque no sabe por qué. Mientras vaga sin rumbo, con su aire desgarbado, sin ganas de continuar avanzando, observa a las personas con las que se cruza, parecen felices. Tienen motivos. O quizá no. Pero sonríen. Él en cambio, ha perdido su sonrisa en alguna parte, y no tiene ganas de buscar.

Llega al puente. Un puente decorado por esa absurda moda de los candados. Hay muchos nombres en ellos, y el suyo no está en ninguno, porque no tiene a nadie a quién jurarle amor eterno. No sabe porque está allí, pero inconscientemente sus pasos lo han arrastrado al precipicio. Su vida pende de un hilo. Un hilo que desea cortar de una vez por todas... Se aproxima a la baranda, está congelada, con la mano descubierta arranca un trozo de hielo y nota como se derrite en su mano entumeciéndola.

¿Seré feliz algún día? Se pregunta. Pero es demasiado orgulloso para responderse. Mira hacia ambos lados. Nadie... Quizá este sea el momento... Está a punto de ponerse en pie sobre la endeble baranda cuando una voz en su cabeza le advierte de que tal vez no muera. No puede jugársela. Cuando lo haga debe ser definitivo. Vuelve a sumergirse en sus pensamientos y camina, otra vez sin rumbo. Sin ganas. Con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Camina porque no le queda más remedio.

Empieza a nevar. Los copos caen sobre su pelo castaño, y no se molesta en cubrirse con la capucha, no se molesta por zafarse de ellos, y continúa vagando, convirtiéndose en una especie de árbol de navidad triste y taciturno. Pasa frente a un escaparate y se ve reflejado, y se odia. Se odia más que de costumbre... Se odia desde el día en que por accidente la mató.

La recuerda a cada hora, a cada hora que no piensa en el suicido. La sueña cada vez que duerme. Cada vez que sueña que no muere, sueña con su rostro marchito por las llamas. 
Era un día de nieve, como hoy, y querían ir a la montaña y hacer muñecos de nieve. Las clases podían esperar. Nadie es joven eternamente. O eso dicen. Ahora ella siempre será joven... 
La moto. El exceso de velocidad. La carretera cubierta de hielo y nieve. El camión. Un despiste. La moto que se le escapa. La colisión. La fuga de gasolina. Un chizpazo. Fuego. Fuego que no derrite la nieve. Fuego que atraviesa las capas de ropa. Fuego que arde. Que quema. Fuego que se la lleva. Fuego que provoca cicatrices que no se irán. Fuego que marca para siempre la vida de Marco.

Ha pasado exactamente un año. Y de nuevo. Presa de su subconsciente se encuentra en ese cruce donde el destino quiso llevársela. ¿Por qué a ella y no a mí? Se pregunta, aunque no tiene tiempo de responderse a sí mismo. Porque no ve el coche que se sale de la carretera y se lo lleva por delante...

Tal vez puedan reencontrarse, tal vez le pida perdón. Tal vez se cuenten lo que no tuvieron tiempo.

"Tal vez haya sido mejor así" - Se dice así mismo antes de que su corazón se apague para siempre.


Egoísmo Altruista

Era consciente de que estaba a punto de hacer realidad uno de sus sueños, aunque estaba convencida de que se volvería una pesadilla. Nada le sale bien. Tenía miedo, pero no el suficiente como para echarse atras.

Bastaron unas horas de tiempo para comprender que aquello no tenía salida, que había sido un error tremendo, mientras él conducía se limitaba a mirarlo, buscando tal vez un por qué tenía tantas ganas de que llegara ese momento. Ahora no se acordaba, o no quería acordarse, o qué sabía ella... Pero estaban juntos, hablaban de temas banales y otros más serios, había algo en su sonrisa que le gustaba, pero aquello no era suficiente, o al menos no debería serlo.

Pero estaba atravesando una mala racha y necesitaba sentirse bien. La verdad es que no lo consiguió, no se sintió querida a pesar de los besos, ni deseada, a pesar de echar un buen polvo, se sintió un poco desahuciada de su propia vida. Se sentía una ingrata por estar haciendo daño a terceras personas a cambio de nada, si al menos hubiese sido feliz, todo habría tenido algo de sentido.

No. Solo había sentido cierto placer y se había divertido, pero era una diversión fugaz, como las estrellas, pero no le concedió ningún deseo... O tal vez sí, descubrió que su miedo a enamorarse de él  era totalmente infundado porque no tenían nada en común... Así que fuera lo que fuese lo que había entre ellos, iba a acabar. 


Better Feel Pain?


Fuera la lluvia caía con fuerza y repiqueteaba contra los cristales. El sonido de las gotas al chocar agresivamente contra el asfalto de la calle, curiosamente la tranquilizaba. Un relámpago iluminó la estancia. Sus ojos enrojecidos por las lágrimas, su maquillaje destrozado, los surcos en sus mejillas. Su respiración entre cortada. El vacío en su mirada. Su tristeza. Segundos después, el trueno, fiel acompañante, hizo temblar los cristales, como un grito ahogado. Supuso que ese sería el sonido que saldría de ella misma si algún día decidía gritar todo aquello que pensaba. Pensó que sería como un rugido de lo más profundo de sus entrañas, que cansadas de soportar tantas cargas, habrían explotado y confesarían al mundo todo lo que nunca se atrevieron a decir.

Temblaba, pero el frío no era la causa. Acababa de llegar a casa, por suerte no había nadie. Estaba empapada por la lluvia y calada hasta los huesos de un amor unilateral. Tenía el corazón, o al menos lo que le quedaba de él, congelado. Helado y vacío. Se habían encargado de secárselo poco a poco hasta dejarlo inútil. Tenía la cabeza embotada, le pitaban los oídos y la boca le sabía a sangre. Lo que era curioso, porque no recordaba haberse mordido el labio con tanta fuerza.
Aún así, otro relámpago arrojó luz sobre la estancia una vez más, estaba frente al espejo de cuerpo entero de su habitación... Y sonreía. No era felicidad, era una sonrisa perturbadora. Casi psicópata. Con el rastro de rímel enmarcando sus ya pronunciadas ojeras, con la sangre en los labios, había descubierto lo que era enamorarse, lo que era que te rompieran el corazón. Estaba rota, pero eso no le asustaba. Podía reconstruirse, y jurando por él, aquella triste tarde lluviosa, que lo haría.



Correspondencia Ajena XVIII

Emisor: Camarero. Receptor: Chica de la Barra.

Querida rubia,

Tal vez esto te parezca poco romántico, incluso una grosería. Pero no puedo evitar mirarte mientras sorbes el café y hojeas las páginas del periódico. No puedo evitar fijarme en como te apartas los mechones de cabello de la cara y frunces el ceño ante las noticias, que supongo no te gustan.
No quier esperar a que te marches, para echarte de menos. Porque ya te echo de menos cuando estás aquí y no me miras. No sé si habrás notado que me paseo cerca de ti y sonrío. Te sonrío mucho más que al resto de los clientes. 

Me gustaría saber de donde eres, y cuales son tus aficiones. Me gustaría saber por qué no vienes todos los días. Hay semanas que tan siquiera te veo, y esos días me cuesta ser un camarero ejemplar y simpático. Te has convertido en mi café de por las mañanas, porque me despiertas. El té con leche me sabe a ti. Un día de estos te pasaré junto al café un papel con mi teléfono, por si quieres hablar, por si te atreves a plantarle cara a la vida.

Por si crees que el destino existe y que esto no es una casualidad.

Soy un romántico, todos los saben, todos menos tú. Déjame conocerte. Déjame conquistarte y prometo que no te decepcionaré.

Espero respuesta.

Con amor, el camarero.


Delirium Trémens

Capítulo VI. Hechizos.

George sostiene en sus manos el cubo de rubik, le da vueltas y suspira. Cada día se siente menos mareado, menos aturdido, pero a pesar de todo no deja de ver cosas extrañas. Cosas sin explicación aparente y que lo hacen sentirse un poco desquiciado, tal vez lo esté, pero se resiste mucho a pensarlo.
Su estómago ruge con la fiereza de una bestia que lleva días sin comer. Y se levanta tambaleándose. No tiene muchas fuerzas, no recuerda cuando fue la última vez que se llevó algo a la boca. Se acerca a la despensa y saca pan de molde, está caducado desde hace unos días, pero le da igual, saca un poco de mantequilla de la nevera, y la unta en el pan, unas lonchas de jamón y un café cargado.
Vuelve al salón donde dejó el cubo de rubik, y al sostenerlo en las manos, descubre que la cara roja y la amarilla también están completas. Algo no cuadra, no recuerda haberlo hecho.
Da un gran mordisco a su sandwich y alguien llama a la puerta. Se acerca despacio, y mira por la mirilla, pero se topa de bruces con la oscuridad. "¿Quién es?" grita, pero no obtiene respuesta. Se termina el almuerzo y apura el café antes de volver a preguntar. La curiosidad es más fuerte que él y acaba por abrir la puerta.
Frente a él, tres mujeres jóvenes vestidas de negro lo observan. Cansado de las alucinaciones y de los visitantes extraños que llevan toda la semana apareciéndose, se lleva la mano izquierda a la frente, y con una rudeza impropia de él, suelta:
-¿Qué queréis vosotras?
- Ayudarte - Dice, una de ellas, la que lleva el pelo más corto y de color rubio.
- ¿Ayudarme? ¿Cómo?
-Sabemos donde está tu hijo.
Por un momento logran captar su atención, pero recuerda a todos los personajes que se han sucedido y la esperanza se evapora, una vez más.
- Fuera de aquí.
-George - Continúa hablando, otra de las jóvenes, est vez una chica con ondas grande sy el pelo rojizo - Necesitas nuestra ayuda. Tu hijo la necesita. TE necesitad- Dice haciéndo énfasis en el pronombre.
Está cansado. Cansado de los síntomasas, de las fases del mono. Está cansado de no entender, de luchar. Está harto de todo. Pero sigue queriendo a su hijo. Nunca se cansará de buscarlo. De intentarlo. Aunque esas mujeres sean fruto de su imaginción envenenada por la bebida, no pierde nada por escucharlas. Por escucharse.
- ¿Qué tengo que hacer?
-Te ayudaremos a entrar en trance - Habla la última de las tres, con el pelo muy largo y negro como el azabache.
- ¿En trance? ¿Para qué?
- Para conectar con el más allá - Vuelve a hablar la rubia. Y de repente se acuerda de Cara. ¿Qué habrá sido de ella? Hace mucho que no saba nada.
Deja de hacer preguntas. Asiente con la cabeza y se deja llevar por las tres encapuchadas que lo ordenan tumbarse en el sofá, se sostienen las manos  haciéndo un círculo en torno a él y comienzan a decir algo en un idioma incompresible. Al principio es solo un murmullo, pero poco a poco se convierte en un grito.
George siente como le abandonan las fuerzas y cae en un profundo sueño, del que tal vez, no vuelva a despertar...
Es la última oportunidad de recuperar a su hijo...



Para no volverte a ver

Mis horas vuelan, los días siguen pasando y no he encontrado ninguna fórmula, ni mágica ni matemática que me haya enseñado a parar el tiempo. Te empiezo a echar de menos, y aún no te he perdido. Pero pasará. Mi subconsciente me ha declarado la guerra. No quiere que te vayas, y en realidad yo tampoco. Salgo a la calle sin paraguas cuando llueve para que la lluvia ahogue tu recuerdo, y me hundo en los charcos que no me llegan ni a la suela del zapato. El sol está en huelga desde que te has ido... Y en las noches, aunque son eternas, no duermo. A veces sueño, sueño contigo. Es la cura de mi subconsciente contra el mal de amores. Cree que así no te olvidaré. Regusto amargo por las mañanas cuando descubro que no es real, que no estás ahí, que quizá nunca vuelvas a estarlo. ¿Podré recordarte siempre a base de noches inventadas? Tu cara está cada vez más borrosa, y tu voz es sólo un eco de lo que era. Lo que no olvido es el sonido de tu risa. Me sigues provocando sonrisas después de tanto tiempo... Cruel broma del destino es haberte conocido para luego perderte. Tenerte en sueños no me está ayudando, hace más profundo el vacío, hace más fuerte la sensación de echarte de menos. Triste melancolía. 


"Y ojalá te me borraras para siempre de mi vida para no volverte a ver.
Y ojalá y te me borraras por las noches en el día para no volverte a ver... ni en sueños".
-Maná.



No seremos dos locos buscando el mar

Descubrí en el mismo día lo mejor y lo peor. No tuve tiempo para hacer balance porque cuando al fin decidí que no era lo que deseaba, me encontré con que era todo lo que había estado buscando. Y pienso, pienso luego existo, y pienso que existo porque debía conocerlo. Porque si hay un destino, y yo creo que lo hay, quería que nos conociéramos, quería que yo cometiera un error con él. Quería que callera de bruces contra su sonrisa, me ofreció una manzana envenenada y me dio la opción de morderla o dejarla pasar. 

Y yo quería saber que se siente cuando la ponzoña te recorre el cuerpo, yo quería notar como me arde la sangre y sufre el corazón. Yo quería quemarme con el fuego ajeno. Quería perder, aposté al negro. Hice trampas contra mí misma. Porque no merecía ganar, no merezco mi suerte. Porque me encapriché del premio de consolación.


Te Robo Una Frase IV

La persona que había al otro lado era una mujer joven. Muy obviamente una mujer joven. No había manera posible de confundirla con un hombre joven en ningún lenguaje, especialmente en braille. ­– Terry Pratchett – Mascarada

Darius, era ciego. Ciego, presuntuoso, malhumorado, desaprensivo, agresivo. Era de esas personas que nadie desea, bajo ningún concepto, tener a su lado. Marilyn, era su mascota, una perrita mestiza a la que encontró en la calle, unos pocos meses antes de perder del todo la vista. Darius, tenía muchísimo dinero, invirtió gran parte de su fortuna en operaciones y tratamientos experimentales, pero nada consiguió evitar que su mundo se tiñiese de negro.
Siempre dijo que quería ser independiente, que no se haría valer "de un chucho mugriento para hacerse camino en el mundo", pero Marilyn se hizo un hueco en su vida con un par de lametones.

Ya hacía casi un año, que había dejado atrás un mundo, del que ya no se sentía parte. Hacía meses que no sabía que era estar con una mujer. Su trato humano se limitaba a pedir una copa en algún bar, y esa situación rara vez se daba, porque la pobre perrita no era bien recibida en aquellos antros de mala muerte. 

Darius, era un tipo afortunado, pero aún, no lo sabía... Era una fría mañana de invierno, de esas que lo último que te apetece es salir de la cama. Marilyn llora, deseosa por salir. Su dueño se revuelve en la cama. Los persistentes ladridos de su perra, lo hacen abrir los ojos. Aunque la diferencia no es mucha. Pasa de una negrura cegadora, a una ceguera normal y corriente. Tantea la mesa en busca de las gafas, ya es rutinario. Pero a pesar de todo, sigue sintiendo una punzada en el estómago cuando las alcanza y se las pone. No hay cambios perceptibles. No siente nada. Acaricia la cabeza de su mascota, y su tacto hace que se calme.

- Ya voy, chica, ya voy.

Se ha acostumbrado a vivir a oscuras. Y con una habilidad impresionante, se acicala,  se viste, y sale a la calle. Al principio, se arrepiente de no haber cogido unos guantes, o una bufanda. Pero después comprueba que no hace tanto frío.

La verdad es que es un hombre atractivo, roza los treinta y seis años, tiene el pelo rubio, que le cae en mechones despreocupados por la cara, una boca carnosa y dientes perfectos. Las gafas de sol, le dan un aire interesante, y sus movimientos seguros hacen casi imperceptible su ceguera. El baston lo delata, y por eso a veces, cuando va con Marilyn, no lo usa. Quiere sentirse normal, aunque no lo sea.

Se sienta en un banco, quiere encender un cigarrillo, pero repara en que es una estúpidez, ya nadie fuma. Todos saben que es malo. "Peor que ser ciego" se dice a sí mismo. Nota como alguien se sienta a su lado, y gira la cara. "Que estúpidez", A su lado se sienta la oscuridad de siempre. Pero con olor a mujer guapa. Por que sí, porque las mujeres guapas, huelen de forma distinta.

La verdad es que sí, La persona que había al otro lado era una mujer joven. Muy obviamente una mujer joven. No había manera posible de confundirla con un hombre joven en ningún lenguaje, especialmente en braille. Oye como la mujer se mueve.
- Hola, bonita, ¿Es este hombre tu dueño? - Darius imagina que le habla a Marilyn. - Mi nombre es Avalanna.- Dice girándose hacia él. Le tiende una mano, pero él no responde ante su gesto. - Oh, disculpe, no me había percatado de que es usted...
- ¿Ciego?
El silencio incómodo rellena cada recoveco del banco en el que ambos se encuentran. 
- Disculpe, no quería parecer grosera.
- Ser sincero, no es ser grosero. - De repente ambos sonríen, y aunque Darius no puede estar seguro, presiente que ella también está a gusto.

- ¿Te invito a un café y olvidamos lo ocurrido? - Dice ella.
- ¿Qué dices, chica? - Finge hablar con la perrita - ¿Nos dejamos convencer?
Marilyn ladra, y se dan por satisfechos.

Las casualidades están tejidas con el mismo material que los sueños. Con buena suerte.


Ofreciéndole la falsa libertad

Las adicciones la consumían pero era feliz a ratos y ya es más de lo que había sentido en los últimos meses. Se podían vislumbrar sus sonrisas entre vicio y vicio. Mascaba chicles de menta a todas horas y se enganchó al sabor que dejan en la boca después de mezclarse con el tabaco de unos labios ajenos. El amor que los unió y tan pronto se acabó sin dejar un por qué no la atormentaba. El aliento a humo la ahogaba y se sentía bien cuando los pulmones le ardían. Se volvió adicta a jugar a dos bandas. No quería escoger una. No podía. Tomó la decisión fácil, mentir. A todos cuantos conocía. Pero eso no acabaría bien. Sus propios cómplices eran víctimas del engaño. Se complicó el juego. Y tuvo que escoger de verdad.

'Nuestro amor se va a salvar' - Prometió mirándo al cielo - 'Debemos intentarlo'

Pero no supo a qué amor se refería.

Por mucho que vayan de listos, aquí todos tenemos un vicio, unos fuman, otros beben, algunos se drogan, saltan desde acantilados, se cortan, vomitan, lloran... Ella engañaba.


Con el tiempo me fui dando cuenta

que lo raro no era lo de los demás.


Apretamos el gatillo de una pistola encasquillada. Disparando a quemarropa lo que no pudo ser. Y confiaré al tiempo la misión de reencontrarnos. Dejo mi vida en manos del Destino, la suerte, el azar. En manos de cualquiera que quiera cogerlo. La única condición es que no me olvides, que no me entierres. Préstame la oportunidad de encontrarme, te prometo devolvértela casi intacta.

Afilamos la hoja de una espada rota, nos cortamos con el filo y no salió ni gota de sangre. ¿Perdí el derecho a echarte de menos cuando me marché de tu vida sin despedirme? Espero que no.

Servimos en dos copas el veneno agrio que acabaría con los dos. Pero no dimos ni un sorbo. Aunque lo hubiésemos hecho, no habría pasado nada. Porque donde hubo fuego, quedaron cenizas, y porque hace falta algo más que todo esto para acabar con un sentimiento tan fuerte.


Escucha Mi Historia II

"Tienes todos los espacios,
inundados de tu ausencia,
inundados de silencio"
- Maná

Jamás olvidaré el día que matamos la ilusión. 

Aunque suene crudo, aunque suene a roto. Aunque sea silencio. Aunque sea verdad. Una verdad falsa.

No pude decirle cuanto lo quería, porque no lo supe, hasta que se fue... Y me prometí, mil veces más dos docenas, no dejar las cosas a medias. Me juré que me arrepentiría de hacer las cosas, pero no de no-hacerlas.
Ahora, una vez más, nado a mi deriva, y tu ausencia, no quema lo suficiente para consumir las horas, que se eternizan porque no estás. Y no quiero mantenerme ocupada para no pensar, porque te pienso con más intensidad, porque haces el mismo daño o tal vez más. Porque por primera vez, prefiero recordarte hasta las últimas consecuencias, quiero asumir que algo debí hacer mal. O simplemente no hacer.

Las canciones tristes, los versos amargos, el café solo, como yo. Como nosotros, sin ti y sin mí. Los cuadernos que no llevan tu nombre, porque no sé cual es. Porque en el anonimato creí que dolería menos, pero me equivoqué una vez más. Y un paseo, una lluviosa tarde de domingo sin lluvia, a la estación de autobús, donde todo empieza, donde todo se acabó.

Y es que el corazón no me alcanza para quererte, y he tenido que echar mano del páncreas y de los pulmones para almacenar tantas cosas que he callado.
Tanto fuego, tanta agua. Tantos y tan pocos kilómetros dependiendo de los centímetros que nos separan. Que tal vez antes me bastaba con que supieras que yo existía en el mismo mundo que tú, que éramos compañeros de viaje en un barco, o mejor, en un autobús, pero ahora, necesito que entiendas que tú eres mi mundo.

Se van las mañanas, y la tardes mirando por las ventanas, buscándote en cada calle, detrás de cada farola, pensándote, entre palabra y palabra. Llevándote por dentro, como se lleva el luto. Pero peor aún es que se me escapen las noches soñándote, y amanecer junto al hueco vacío de la cama, ese que todos conocemos, ese que huele a ti, aunque nunca hayas estado. Aunque quizá nunca estés.

Pero a pesar de todo, yo seguiré vagando por las estaciones, ya sea primavera, ya sea otoño, ya sea de autobús. Porque tu ausencia no es reemplazable, porque el vacío solo puedes llenarlo tú.

Por que sí, por que te quiero. (De vuelta, en mi vida, al derecho y del revés.) Por que te quiero y punto.


Entre la Espada y la Pared

Puedes tacharme de loca, o puedes jugar a entenderme. Pero una vez me enamoré de alguien a quién vi en un par de ocasiones. Todas ellas fugaces. Para mí, él era como una estrella fugaz, brillante, y con un tiempo de admiración efímero. Un tiempo contado en el que me apremiaba a mí misma a no apartar la vista de él. Aveces cuando lo tenía cerca dejaba de respirar por si la brusquedad de mis exhalaciones lo hacía desaparecer. Lo soñaba cada noche, me lo encontraba por las calles de una ciudad inhóspita, vacía, una ciudad rendida sólo a nosotros dos. 

Esa era la única forma de no perderlo entre la multiud, que no hubiese nadie. Y es que a fin de cuentas ya era como si lo conociese de toda la vida. Aunque por no saber no sabía ni su nombre. Había perdido el valor hacía tiempo, y no lo encontraba en ninguna parte. Ni en los cajones, ni bajo los cojines del sofá, ni en las estanterías, ni en los rincones detrás de los muebles. Creo que fue a parar al mismo lugar donde van los calcetines que no vuelven de la lavadora.
La cosa es que sus ojos se convirtieron en mi color favorito, su sonrisa me hacía poner cara de estúpida y por primera vez en mi vida no sabía como conseguir lo que quería... tal vez por eso lo deseaba más que ninguna otra cosa.



Érase una vez

- ¿Has visto últimamente a Caperucita? , va mucho con el Lobo Feroz, está visto que del amor al odio hay un paso y del odio al amor, tres cuartas de lo mismo. 
- ¿Y Blancanieves? Pobre... más le hubiese valido no haber conocido a ese supuesto Príncipe, ¿Sabes lo que dicen?, que se atiborra de manzanas rojas, es lo único que come, supongo que desea volver a caer en un profundo sueño y no volver a despertar.
- Eso no es nada, peor lo tiene Aurora.
- ¿La Bella Durmiente?
- Si, si, esa, esa. ¿Recuerdas que se pinchó con la rueca? Pues está tan arta de su príncipe que no hace otra cosa que buscar agujas. La diferencia es que éstas llevan algo más. Dormir para siempre y que ni mil besos la despierten.
- Pues yo podría darte muchos más ejemplos, Bella por ejemplo, debería haberse casado con Gastón, que ya lo dicen, "más vale malo conocido que bueno por conocer", y por llo que he oído, los moratones que esconde bajo los ropajes no son de caer por las escaleras... La pobre Ariel, que salió del mar para ahogarse en alcohol, Rapunzzel que después de cortarse el pelo le cogió el gusto a las cuchillas, ¿Has visto alguna vez sus brazos?, las cicatrices delatan lo que los cuentos no dicen. Y Cenicienta...pobre muchacha, no volvió a ser la misma desde que rompió sus zapatos de tacón, creo que debió pensarse gorda... Si la vieses ahora... Sus costillas narran la hhistoria más triste jamás contada, es imposible ser indiferente ante ella...
- ¿Y los príncipes que ha sido de ellos?
- Ellos están demasiado ocupados siendo felices y comiendo perdices. Que en los cuentos... Nunca dicen que sucede después.

Aveces que el corazón lata no quiere decir que una persona esté viva. 



Déjame Conocerte

Déjame saber de ti lo que nunca contaste a nadie. Por que sí o por que no. Porque con ella y no conmigo, porqué yo con él o con el de la esquina. Pídeme cualquier cosa. O no lo hagas. Regálame un par de secretos. Y mírame de reojo cuando creas que no me doy cuenta. Silenciame a besos. Cállame a susurros. Yo te pinto sonrisas. Búscame en las canciones de amor, ese flamenquito que tanto te gusta. Yo me perderé por las baladas de Rock n' Roll que son más mi estilo. Que todo se andará. Que te echo de menos a ratos. Pero ratos largos. 

Te sueño cada noche, no se si te lo he dicho. Te sueño dormida, aunque más aún te sueño despierta. Que tengo insomnio de ti. No sé si te conozco, o si me he inventado cada cosa que sé de ti, porque eres como un desconocido al que conozco. Porque eres un conocido misterio. Déjame conocer tu lado oscuro, y el más claro. Tu lado intermedio. Tu lado grisáceo. Permíteme la osadía de creerme tuya por un día y de pensarte mío por unas horas.
Déjame desengancharme, que cambié el oxígeno por tu colonia y ahora no puedo vivir sin ti.



Sexo, Drogas, Rock n' Roll

Me imaginé pintando atardeceres en sus tardes vacías. Me imaginé besándolo en cada puñetero semáforo en rojo. Mientras los coches se detienen y los peatones celosos nos miran con una sonrisa, y cierta envidia. Empecé a buscarlo en todas las esquinas, no parpadeaba temiendo perderlo de vista. Cerraba los ojos a la hora de dormir, y aunque no solía ganarle el pulso al insomnio, a veces conseguía soñar algo.

Luchaba contra el reloj que planeaba separarnos. Y es que cuando me engancho a alguien, la sobredosis es solo cuestión de tiempo. Y yo tuv sobredosis de ti antes de mirarte dos veces. Porque te cogí con tantas ganas que acabé por descontrolar lo que quería sentir.
Un chute por aquí, una rallita por allá, una pastillita... "Es la última, lo prometo". Otra noche de desfase, otro día con resaca de ti. Y una semana con el mono. Y como las manchas de vino, con vino salen, tal y como me enfermas, me curas.

... No es el primero que me provoca una adicción, pero los síntomas no varían en exceso. 
Me imaginé una vida contigo, y ahora tengo mono de ilusiones. Resaca de realidad. De puta y odiosa realidad. Ya me han asignado en 'ilusos anónimos' a una tutora que pretende ayudarme a desengancharme de sus sonrisas, y sus miradas, del cosquilleo que me provocan sus manos cuando me acarician, pero no sé si quiero.

Volví a caer en viejas adicciones. Misma mierda, distinto nombre.
La última noche de desfase, y empezamos la rehabilitación.
Aunque esta vez no prometo nada.


Correspondencia Ajena XII

¡Por fin, una nueva entrega de Correspondencia Ajena ! Disfruténla.



Emisor: Tú. Receptor: Tú de dentro de diez años.

Querida yo de dentro de diez años, 

Querría saber como estoy, no físicamente, sino anímicamente. ¿Soy feliz? ¿He conseguido aquello por lo que ahora lucho? ¿Me he enamorado? O mejor, ¿Se ha enamorado él de mí? ... Ese que ahora no me deja dormir por las noches, ese que no se imagina que cada día lo único que pido es verlo. Ese a quién no he olvidado a pesar de no haber sabido nada, tan siquiera haberlo visto de pasada en cuatro meses. Ese, que por primera vez, ese jueves treinta de octubre me dirigió la palabra. Ese que con una frase, ha puesto mi mundo patas arriba. Ha desubicado a todo el mundo. Ha arrancado de un plumazo los clavos oxidados que yo no era capaz de tocar. ¿Has llegado a saber su nombre al menos? Dime que sí.

A día de hoy, yo no he encontrado el valor de preguntarle, de entablar conversación. Porque cuando está cerca, sólo puedo mirarlo y tratar inútilmente de controlar la respiración. Porque cuando me habla a penas lo oigo, y cuando respondo, las palabras salen de mi boca, pero la coherencia es inexistente. Debe pensar que soy estúpida, tal vez lo sea. Pero a pesar de todo, me sonríe.

Querida yo, háblame de él. ¿Lo has conocido? ¿Tengo una mínima posibilidad? ... Ojalá dentro de diez años, me llegue esta carta, ojalá pueda releerme y reconocer lo tonta que fui. Ojalá pueda enseñársela a él y reirnos juntos. Ojalá me bese, en ese justo instante.

Un abrazo muy fuerte, tal vez lo necesite,
Creo que me seguiré queriendo, Atentamente, Yo.

November Rain

Si hay un mes del año que me gusta es Noviembre, y tengo un buen presentimiento, no me falles.
Traigo cambios en el blog, nada importante, unos detalles; como el título que ahora coincide con mi user, ¿Por qué "Lolita"? Porque me encanta el nombre y me encanta el libro de Nabokov.



Yo seguiré mirando al cielo,
tú nunca quisiste volar.

Querido Sujeto A, 

Pasan y pasan los días, y ya suenan a roto las hojas de la acera cuando las pisas, Noviembre... Mi primer Noviembre sin ti. No me gusta aunque tampoco siento morir como pensaba. Debe ser que su sonrisa (volvío, si, volvió, al fin, después de cuatro insufribles meses. Volvió a mí) la víspera de Halloween me arrancó las astillas que quedaban, apagó las brasas de unas cenizas que no volverían a prender. Está visto que ni tanto, ni tan calvo, y que aunque quiero no puedo, y ¡joder!, puedo... y no quiero.

Querido Sujeto B, 

He buscado en las carreteras la sombra de lo que eras, porque ya van cuatro meses y el que espera desespera, ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? ¿A dónde han ido a parar los sueños que tenía cada noche?  Las mariposas de mi estómago hacen huelga permanente desde que tu ya no vuelves más.
Sobrevivo, y solo siento la apatía que me consume, sobrevivo con un nudo permanente en la garganta. Un ocupa sin intención de marcharse sin hacerme llorar. Aferrada a la vaga esperanza de encontrarte sin querer queriendo en una parada de autobús.
Dejando pasar los días que me queman y me desgastan. Y me marchito, dejándome caer en brazos de la monotonía, esperando lo que no sé si llegará a pasar. 
(Casualidad o no, un día después de escribir esta última carta, volví a verlo)

Son dos formas de echar de menos, dos formas de llorar de más. Dos formas de reconocer errores, de desear caer en ellos, una vez más.


***

PD: Si tenéis tiempo, si os gusta la mitología, las historias fantásticas con capitulos bien redactados, y unos dibujos total y absolutamente increíbles os recomiendo pasar por este blog: Ivory Abyss y en especial su relato "Matrioska", yo estoy absolutamente enganchada. Me encanta.

Os dejo la Sinopsis, el Prefacio y el Primer Capítulo.